Una vuelta de tuerca acaba con mis pasos en la Villa madrileña

Siempre se ha dicho que «quien tiene padrino se bautiza». Así ha pasado siempre y, hoy por hoy, está destinado a que siga ocurriendo. Sin embargo, ya hay 4.701.338 personas que necesitan de la varita mágica de alguien para recibir el bautismo en forma de trabajo bendito. Yo, mientras esperaba que eso ocurriera desde el mes de septiembre, tenía dos opciones: lo que popularmente se conoce como esperar sentado o avanzar. Cuando ya tenía prácticamente la decisión tomada, los acontecimientos dieron un giro inesperado y se produjo el aMADRIDnamiento.

No me he sacado la palabra de la manga, ni ha sido fruto de una corrección de la más reciente versión del diccionario de Android, ni si quiera se me ha colado por error la última D como si estuviera escribiendo rápido al dividirme entre cinco o seis conversaciones de WhatsApp. Lo que quiero decir es que encontré en el momento justo a mi madridno o, mejor dicho, el susodicho me encontró a mí, en forma de fondo azul con pajarito volando. En aquel momento, creí que era una señal divina, pero después de mi primera clase en Aula CM estoy dudando si tuvo algo que ver la magia del retargeting.

Mi madridno, además de tener el don de la oportunidad, es uno de esos miles de afincados en Madrid que sin haber nacido aquí, al igual que yo, ha ido a parar a la capital de España, donde se gana la vida como Community Manager, entre otros menesteres.

De eso trata este proyecto, de utilizar la particular visión que nos proporcionan las herramientas de la web 2.0 para conocer los espacios, curiosidades, planes y momentos especiales que nos brinda esta gran metrópoli. De modo que este blog pretende convertirse en una comunidad virtual con espacio suficiente para la publicación, difusión, participación e intercambio de saberes, conocimientos y vivencias de los que están de paso, de los que hemos venido para quedarnos, de los turistas y también de los «gatos» (ya sean pardos o negros, a estas alturas de la película no me voy a poner supersticiosa).

Porque yo, en un pasado reciente, tenía la tranquilidad que te da vivir en la pequeña capital del Reyno, la seguridad que te da saber que tienes un contrato indefinido como periodista o el respaldo de poder quedarte con tus padres hasta los 34, (tampoco era cuestión de irse antes y bajar así la estupenda media de emancipación de este país). En un futuro próximo, espero poder decir que, además de vivir en el mismo lugar que mi madridno, me gano la vida de la misma manera que lo hace él. De momento, en el aquí y ahora, sólo me queda decir que una vuelta de tuerca en el camino no tiene por qué ser algo negativo.